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Platea Magazine, 15 Enero 2021 |
por Alejandro Martínez |
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Liederabend, Madrid, Teatro Real, 14. Januar 2021
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Cuando florece el invierno
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El Teatro Real, con el plácet de las autoridades locales, sigue ejerciendo
de bastión cultural en la resistencia ante la pandemia del coronavirus. Esta
semana ha vuelto a rizar el rizo, encadenando tres recitales con artistas de
relumbrón, caso de Joyce DiDonato, Jonas Kaufmann y Javier Camarena. Y eso a
pesar de Filomena, un temporal que amenazó con echar al traste estas citas,
con la capital de Madrid bloqueada bajo un manto de hielo y nieve. Pero lo
cierto es que gracias a la música, a lo largo y ancho del hielo, florece el
invierno (Auf Eises Läng' und Breite, Da blüht der Winter schön!) tal y como
pudimos escuchar en el primer lied de la noche ('Der Musensohn', de
Schubert).
Jonas Kaufmann llevaba muchos meses sin actuar frente al
público, como el mismo explicó en el transcurso de la velada. El programa
ofrecido en esta ocasión correspondía al contenido de su último álbum,
grabado durante el confinamiento y editado bajo el título de Selige Stunde,
a partir de unos versos del lied homónimo de Zemlinsky. El tenor alemán se
exhibió en Madrid en plena forma: la voz reposada, la emisión cómoda, la
proyección desahogada... Y sobre todo un estilo refinadísimo como
liederista, con un matizado equilibrio entre la contención y la expansión.
Kaufmann es un maestro en estas lides.
El programa, por decirlo así,
tuvo varias piedras miliares en las que surgió la magia de un modo
particularmente notorio. Fue el caso de 'Adelaide' de Beethoven, 'Ich liebe
dich' de Grieg y 'Zueignung' de Strauss, en la primera parte del concierto.
E igualmente con 'Als die Mutter' de Dvorák, 'Nur wer die Senhsucht kennt'
de Chaikovski y el último y célebre 'Ich bin der Welt abhanden gekommen' de
Gustav Mahler. No es fácil moverse con idéntica afinidad por autores y
estilos tan dispares.
Kaufmann posee un instrumento sumamente idoneo
para dibujar el abandono melancólico que parece atravesar la selección de
estas piezas, como constituyendo un hilo conductor. Al margen de gustos
personales, tanto acerca del solista como respecto a programa, lo cierto es
que fue un velada exquisita, una suerte de menú de degustación, con
escogidas perlas de muy diversos autores.
Helmut Deutsch,
inseparable compañero de fatigas del tenor bávaro, exhibió una vez más su
consumada destreza, su capacidad para estar y no estar al mismo tiempo.
Hasta cuatro propinas ofrecieron los intérpretes, generosos y visiblemente
cómodos y satisfechos con el desarrollo de la velada: 'Traum durch die
Dämmerung', 'Breit' über mein Haupt', 'Nichst' y 'Morgen', todas ellas de
Richard Strauss y extraorinariamente recreadas en la voz de Jonas Kaufmann.
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