La Razon, 25 de julio de 2018
Gonzalo Alonso
 
Wagner: Die Walküre, Bayerische Staatsoper, 22. Juli 2018
 
Los dioses se alían con Petrenko
 
Esta vez sí se cumplieron las extraordinarias expectativas. Todo funcionó a gran nivel y hasta la escena no planteó problemas, cosa rara en Wagner, exceptuando un detalle.

Poca relación presenta escénicamente la segunda jornada de este «Anillo» con la primera, salvo la caja escénica tipo Ikea que favorece la proyección de las voces. El detalle mencionado fueron cinco minutos de un peculiar ballet que quería simular la cabalgata de las valquirias, con melenas al viento que hacían de crines y un zapateado que rememoraba el sonido de los cascos de los caballos. La idea pasa si dura un minuto, pero cinco se hacen eternos y provocaron el inmediato abucheo en plena función. Kirill Petrenko es el responsable de una dirección musical para el recuerdo. Thielemann y él están a la cabeza de este repertorio. Más profundo, contemplativo y analítico el primero y pletórico de vida y brío el segundo. Petrenko gusta de tempos muy ligeros, pero en esta ocasión se contuvo en los momentos que precisaban un mayor pathos. Desde los acordes iniciales de la cuerda grave se vislumbraba el nivel que iba a alcanzar la representación. Supo frasear creando una atmósfera tras otra y dándole a cada una todo su sentido. Habría que resaltar dos momentos extremos. El dúo entre Brunhilda y Sigmund alcanzó unas cotas de lirismo y desolación que vi como emocionaban hasta las lágrimas a más de un aficionado español, de los muchos que no se quisieron perder este «Anillo». Llevó en volandas a Nina Stemme y Jonas Kaufmann para que dieran lo mejor de sí mismos. Este dúo quedará en el recuerdo. El extremo opuesto fue la espectacularidad vibrante de la célebre cabalgata, que ya la hubieran querido para «Apocalipsis now». ¡Qué despliegue sonoro! Nina Stemme fue con justicia la más ovacionada. Pocas Brunhildas, si alguna, mejor que ella en este momento, por poderío y seguridad en todos los registros. Contundente en su entrada «Hojotojo!» y plena de patetismo en el dúo citado o en el conclusivo con Wotan, en el que fue una lástima que Wolfgang Koch llegase a trancas y barrancas (parece que no volverá a cantar el papel). Impecable Anja Kampe como Sieglinda, la segunda más ovacionada, llena de intensidad y con un centro poderoso. Jonas Kaufmann fue un Siegmund de tintes baritonales, entregado y cada vez con la voz más en forma tras la crisis afortunadamente superada. Lo demostró en el «Walse, Walse!», aunque quedase menos brillante en el «¡Notung! ¡Notung! ese nombre te doy, espada!» Sobre todo, un tenor que canta. Impecable el resto. La ovación final aún resuena.
 
 
 






 
 
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