La Razon, 13 de marzo de 2018
Fernando Sans Rivière
 
Giordano: Andrea Chenier, Gran Teatre del Liceu, Barcelona, 9. März 2018
 
Trío de ases
 
El debut escénico deJonas Kaufmann en el Gran Teatro del Liceo de Barcelona había creado una enorme expectación, con las entradas casi agotadas a pesar de que las más caras llegaban a los 350 euros para las tres únicas funciones con el tenor como protagonista y una cena a beneficio del coliseo posterior al estreno, a varios cientos de euros el cubierto. La coproducción del Covent Garden de Londres, el NCPA de Pequín y la Ópera de San Francisco era ideal por su calidad y belleza para presentar la terrible Revolución Francesa en la que se encuadra la ópera de Giordano. La propuesta de carácter realista presenta una bella y excelente escenografía de Robert Jones, un muy cuidado vestuario de Jenny Tiramani y una dirección de actores muy acertada de Sir David McVicar. La producción fue estrenada por el propio Kaufmann en la capital británica en 2015 y pudo verse en su momento en los cines de gran parte del mundo. Todo parecía indicar que esta producción de la ópera verista «Andrea Chénier» podría obtener un gran éxito, pero un elenco extraordinario consiguió que se tratase de una función memorable. Kaufmann se reservó algo de fuerzas para conseguir llegar al cuarto acto en plenitud de facultades. Su interpretación se inició con esa emisión algo velada en las medias voces y un tanto atrás tan característica de su particular instrumento que se ve reforzada por unos excelentes agudos. Su «Improvviso» en el primer acto fue un aperitivo de destacada expresividad y en los actos siguientes demostró su gran calidad interpretativa y su emisión viril y temperamental culminando su actuación con una apasionada interpretación del aria del cuarto acto «Come un bel di di maggio», obteniendo un gran éxito y numerosos aplausos de un público entregado. El público barcelonés conoce perfectamente al barítono español Carlos Álvarez, pero su Carlo Gérard alcanzó cuotas de excelencia en toda la partitura, su actuación fue premiada con numerosos aplausos y se pidió con gran efusividad que bisara en la impresionante aria «Nemico della patria» en la que obtuvo casi cinco minutos de aplausos. Pero quizá lo más sorpresivo fue el debut de la soprano Sondra Radvanovsky como Madama de Coigny. Se trata de una cantante con una voz muy personal, un registro amplísimo, interesantes pianísimos e impresionantes agudos no siempre del todo cubiertos, pero que consiguió emocionar. Su lectura del personaje fue muy emotiva conjuntando muy bien con la voz del tenor y emocionando especialmente con una extraordinaria «La mamma morta» para la que también se pidió el bis. Todo muy bien conjuntado por el director, que supo presentar la obra manteniendo la belleza y el dramatismo de la partitura. Muy interesante el resto del reparto, desde el magnífico Roucher de Fernando Radó y la destacada Bersi de Yulia Mennibaeva a la entrañable aparición como Madelon de la carismática Anna Tomowa-Sintow.
 
 
 






 
 
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