Mundoclasico, 19 de agosto de 2016
Gustavo Gabriel Otero
 
 
Recital, Buenos Aires, Teatro Colon, 14. August 2016
 
Jonas Kaufmann en el Teatro Colón: ¡Gracias!
 

Felizmente superados los inconvenientes de acreditación de prensa ocurridos con los cronistas de MundoClásico.com con el Abono Azul del Teatro Colón para el Festival de Música y Reflexión o Festival Barenboim, retornamos a reseñar las actividades del primer coliseo de la Argentina como lo hace este medio desde 1999.

Luego de la brevísima intervención en el concierto del sábado 6 de agosto que dejó al público insatisfecho más por la brevedad que por la eficacia artística del tenor alemán -y que por los problemas comentados con las entradas de prensa no hemos podido reseñar- en este recital Jonas Kaufmann se brindó con generosidad tanto en el programa como en las obras ofrecidas fuera de programa que redondearon una tercera parte casi plenamente operística.

Con un programa encarado con plena honestidad artística e interpretativa el tenor Jonas Kaufmann deslumbró y fascinó al público del Colón. La tarde comenzó con cuatro canciones seleccionadas de las innumerables escritas por Schubert. Tenor y pianista se amalgamaron en perfecta conjunción para dar el matiz justo a cada palabra, cada inflexión y cada detalle. Así pasaron Der Musensohn; Die Forelle; Der Jüngling an der Quelle y "Der Lindenbaum", lied número 5 de Die Winterreise.

Casi sin pausa, Kauffman, acompañado con excelencia durante toda la tarde por el pianista Helmut Deutsch, acometió alguno de los números de la serie de doce canciones del opus 35 de Robert Schumann, sobre textos de Justinus Kerner, así pasaron los números 1, Lust der Sturmnacht; 4, Erstes Grün; 7, Wanderung; 9, Frage; y 10, Stille Tränen. Sorprendió el perfecto cambio estilístico para diferenciar a Schumann de lo interpretado anteriormente de Schubert. Intimidad, pianísimos, filados, plenitud de matices e intencionalidades se conjugaron en la interacción de la voz y el piano.

La primera parte cerró con cuatro canciones de Henri Duparc, aquí la interpretación se plegó al estilo francés y con una dicción razonable Kaufmann interpretó L'invitation au voyage; Le manoir de Rosemonde; Chanson triste y Phydilé.

Luego de la pausa, vinieron los momentos de mayor emoción ya que el repertorio permitió al tenor salir de la interpretación absolutamente camerística y comenzar a mostrar un poco de su voz plena. Así los Tres sonetos de Petrarca de Liszt fueron vertidos en forma exquisita por la voz de Kaufnann que embelesa por su color baritonal pero con un registro claramente tenoril.
El programa terminó con seis canciones de Richard Strauss. Dos del opus 27, dos del 19, una del 37 y una del opus 48. El post-romanticismo de Strauss fue el mejor puente posible a la coda operística que le seguiría en los encores, bises o propinas. Aquí le dio el matiz justo a cada una de las frases con una voz que maneja a su antojo y que puede ir desde un susurro al agudo a pleno sin variar el color o la homogeneidad del registro. Pasaron del compositor alemán Heimliche Aufforderung (Op. 27 No. 3), Wozu noch, Mädchen (Op. 19 No. 1), Breit über mein Haupt (Op. 19 No. 2), Ich liebe dich (Op. 37 No. 2), Freundliche Vision (Op. 48 No. 1) y Cäcilie (Op. 27 No. 2)

Ante el júbilo de los espectadores Kaufmann ofreció siete bises o propinas que cautivaron el operístico público del Colón.
Comenzó con una modélica ‘Aria de la flor’ de Carmen, para seguir con una vibrante ‘Celeste Aida’ -agudo final en pianísimo incluido- para luego interpretar con profundo sentimiento ‘L’anima ho estanca’ de Adriana Lecouvreur de Cilea. El delirio no cesaba y entonces cantó la exquisita canción Ombra di nube de Licinio Refice con texto de Emidio Mucci, para seguir con ‘Nessun dorma’ de Turandot de Puccini en la cual sorprendió que parte del público en el momento que tendría que cantar el coro interno hizo un bocca chiusa con la melodía, demostración palmaria de la comunión entre el público y los artistas que se logró en esta velada.

Caballito de batalla de casi todos los tenores Core’ngrato de Salvatore Cardillo, con texto en napolitano, emocionó a los presentes y casi como una declaración el último encore fue ‘Tuyo es mi corazón’ de la opereta El país de las sonrisas de Lehar.
Jonas Kaufmann, muy emocionado por la fenomenal demostración de afecto y agradecimiento del público de Buenos Aires, terminó con una rodilla en tierra en el escenario y sus brazos abiertos como en un gran abrazo. Un gesto inolvidable que no hizo más que aumentar los aplausos y el griterío.

En suma: Una noche inolvidable que se inscribe en lo mejor del historial del Teatro Colón con una de los mayores artistas de nuestro tiempo y su perfecto acompañante.








 






 
 
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