Mundo Clasico, 7 de abril de 2014
por Jorge Binaghi
 
Schubert: Winterreise, Barcelona, Gran Teatro del Liceo, 28. März 2014
 
¿Schubert mediático?
 

Creo que el compositor se sorprendería -gratamente, supongo- de llenar el Liceu como ningún otro concierto o representación del año lo ha hecho, con el cartel en rojo ‘localidades agotadas’. Yo me alegraría enormemente si fuera el caso. Pero me temo que el hecho inusual de que un ciclo de lieder -aunque conocido y apreciado- haga desbordar la capacidad del Gran Teatre se deba sobre todo al intérprete vocal (conviene recordar que un concierto de lieder es siempre obra de, por lo menos, dos). Y lamento por el intérprete vocal que se haya convertido en uno de esos fenómenos de marketing que realiza giras para promocionar su último disco (ciertamente no tan extensas, abrumadoras y reiteradas como las de alguna otra célebre colega) y aunque le resulte extremadamente provechoso desde el punto de vista de las condiciones económicas, del esfuerzo invertido (y eso explicaría que sus frecuentes cancelaciones no se produzcan en estos casos).

Porque Kaufmann es realmente un gran cantante que no requeriría de toda esta parafernalia más propia de una estrella del pop o del rock y que termina forzosamente por superficializar o incluso neutralizar lo que hace. Lo que importa es su presencia, prestancia, incluso, si se quiere, carisma (que lo tiene y nada inventado o ‘producido’). Y supongo que las imposibles, estridentes y frecuentes toses que se desataban en cuanto cerraba la boca (al principio, en el medio o al final de una canción, poco importa) estaban para recordarnos que había prisa, tras la ovación inicial (fuerte, pero no gigantesca, como correspondía a alguien que sólo había interpretado una ‘Solemnis’ en la casa), para llegar al final y dar rienda suelta al clamoreo infinito (y a las fotos con móviles u otros instrumentos de tortura que por suerte estuvieron donde y como debían durante los más o menos ochenta minutos de duración total del concierto).

Y menos mal que tanto él como Deutsch -a quien Kaufmann quiso en todo momento, correctamente, asociar a su triunfo- se negaron incluso con gestos ostensibles (el último y definitivo fue llevarse la partitura) a ofrecer el bis que muchos pedían insistentemente (por lo visto poco preocupados por el ciclo que acababan de oír, más que escuchar).

Se trató de una magnífica versión, si bien no la única, la más excepcional o excelsa, que se pueda ofrecer en estos momentos (se me ocurren tres nombres -de barítonos, por cierto- que podrían competir con él, e incluso con ventaja en más de un aspecto). Por fortuna se trata de un tenor de timbre oscuro (la obra parece pedirlo y de hecho en más de un momento -no muchos- su grave resultó escaso para lo que se le requería. Para dar un ejemplo o dos, el principio de ‘Irrlicht’ o el final de ‘Der greise Kopf’).

No es que se trate de un cantante que recurra al artificio como hacía, por ejemplo, Schwarzkopf, pero se ve que ha estudiado mucho cada efecto, cada palabra. Y a veces su forma de acentuar, de enfatizar, de diferenciar entre medias voces etéras (alguna al borde del falsete y del sonido blanco), y centros y agudos llenos y potentes resulta no sólo previsible sino demasiado marcada y muchas veces hace perder de vista la forma general de la melodía.

Ha elegido una expresividad reflexiva, algo distante, o en todo caso más resignada que desesperada (el momento más intenso en este aspecto resultó el final de ‘Auf dem Flusse’ o -musicalmente más cuestionable- el efecto sobre la nota final del ‘Leiermann’).

Si hubiera que elegir los mejores momentos que, como es lógico, aparecieron promediado el ciclo, señalaría ‘Die Krähe’, ‘Der stürmische Morgen’, un impresionante ‘Der Wegweiser’, ‘Das Wirthaus’(en el que se alcanzó tal vez la mayor conjunción con Deutsch) y un enorme ‘Die Nebensonnen’.

Por supuesto la voz se encontraba en su plenitud y esta vez no hubo prácticamente ninguno de esos engolamientos que a veces enturbian su emisión.

Mención aparte merece la interpretación de Deutsch, quien no sólo siguió al cantante en todo momento, sino que hizo de cada nota y de cada frase algo digno de ser escuchado con la mayor atención. Y aquí sí que sería difícil señalar un momento mejor que otro, pero me impresionó de modo especial en ‘’Wasserflut’, ‘Frühlingstraum’, ‘Mut’ y ‘Der Leiermann’.

(Un inciso: No se entiende por qué, en esta ocasión, los títulos en el programa y en el sobretitulado no recibieron siempre la misma traducción - hay varios ejemplos, pero ‘Irrlicht’ puede valer).

Como saludo final, el cantante se arrodilló en el escenario lo que publicó un estallido del público. De momento se sabe que retornará a Peralada para el festival de verano con otro concierto de arias de óperas con orquesta como el primero que hizo allí mismo. Falta por ver si su relación con el Liceu continuará o si se limitará a lo que dice el viajero de este Winterreise al principio de ‘Gute Nacht’, el primero de los lieder de este ciclo único: “Fremd bin ich eingezogen/Fremd zieh' ich wieder aus”









 






 
 
  www.jkaufmann.info back top