El Mercurio, 17 DE AGOSTO DE 2013
POR JUAN ANTONIO MUÑOZ H.
 
Verdi: Don Carlo, Salzburger Festspiele, 13. August 2013
 
Así es el “Don Carlo” que resplandece en Salzburgo
 

En este tiempo de impactos mediáticos efímeros y de espectáculos líricos pretendidamente modernos que solo consiguen distraer de la música con elaboraciones teatrales que suelen ser extensión de las perturbaciones internas de los directores de escena involucrados, resultan un oasis de inteligencia las funciones de “Don Carlo” con que el Festival de Salzburgo celebra el bicentenario Verdi y que partieron el martes 13 de agosto.

Ópera magnífica, exige intérpretes en plenitud y también una puesta a la altura. Esa vez, Peter Stein —director de teatro que fundó el Schaubühne am Lehniner Platz, compañía de vanguardia de las tablas alemanas— opta por una puesta con elementos tradicionales basada en un cuidado trabajo de actores que exuda preguntas sobre la naturaleza de las relaciones privadas en conflicto, pero que también asume posiciones respecto de los abigarrados conflictos políticos y religiosos que aborda el libreto. Sustenta su trabajo apoyado por una escenografía funcional, despojada y con delicadas alusiones a la España del siglo XVI; luces que producen cuadros crepusculares sugestivos, en especial para la soledad de Carlo y para sus dúos con Elisabetta y Rodrigo; un vestuario lujoso con Diego Velázquez como referencia, y un sexteto de cantantes que sabe que no basta con tener voz.

Desde el foso, el maestro Antonio Pappano consigue plasmar las sombras que habitan esta difícil partitura; subrayar las líneas destinadas a instrumentos como el clarinete, el oboe y el contrafagot, y lograr clímax sonoros en el crescendo del dúo de amor entre Carlo y Elisabetta del primer acto, en la pasión ambigua que consume a Rodrigo, y en el enorme concertante del Auto da Fe.

Tal como en las funciones ya legendarias de Munich y de Londres, Jonas Kaufmann devuelve a Don Carlo su carácter de protagonista absoluto. Su Infante es un príncipe desposeído y melancólico (como Hamlet), un héroe vulnerable y enfermo hecho luces y tinieblas a través de una voz oscura y bruñida que turba con su ternura y belleza, y que deslumbra con el uso magistral de la messa di voce. Además, él es un gran actor —en la línea de Jon Vickers—, de manera que la construcción dramática de sus escenas está asegurada. Anja Harteros canta una Elisabetta di Valois que es pura nobleza en la actitud y rigor en el fraseo, dos características que también se encuentran en Thomas Hampson (Rodrigo de Posa), otro excelente intérprete, cuyo esmalte vocal no es el mismo que hace algunos años, pero que es un artista sensible, conmovedor y musical como pocos. Ekaterina Semenchuk impuso su Eboli gracias a un canto voluptuoso e intenso, mientras que dos veteranos sin parangón, los bajos Matti Salminen y Eric Halfvarson, hicieron del enfrentamiento entre Felipe II y el Gran Inquisidor una clase de tensión teatral con consecuencias hasta metafísicas. Un lujo como solo se da en los grandes escenarios fue ver a Robert Lloyd como “il Frate”.

Quedan las funciones de los días 19, 22, 25 y 28 de agosto. Medici TV transmitió en directo online la función de ayer; es de esperar que pronto esté disponible en dvd.




 






 
 
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