Scherzo, Febrero 2012
Patrick Dillon
 
Gounod: Faust, Metropolitan Opera New York 2011
 
Irrelevancia escénica contra maestría musical - FAUSTO Y LA BOMBA
 

El Fausto de Gounod puede que sea la ópera francesa decimonónica por antonomasia, pero la nueva producción del Met de Des McAnuff (en coproducción con la English National Opera) tenía un agresivo giro visual que es muy del siglo XX. Al parecer, el bueno del Dr. Fausto es uno de los inventores de la bomba atómica, y después de la explosión (o quizá poco antes), en su laboratorio de aspecto destemplado y estéril, fantasea sobre cómo pudo haber sido su vida, hasta entonces intelectualmente estimulante pero emocionalmente pobre. ¿O estaba solamente recordando? Quién sabe... la escenificación resultaba más interesante si se pasaba por alto la dudosa "relevancia" de los acontecimientos. Cuando se olvidaba uno del algo engorroso contexto era más fácil saborear el peso dramático presente en muchas de las escenas.

Un año es mucho tiempo para esperar a hacer comparaciones, pero recuerdo que esta producción funcionó mucho mejor en Londres en octubre de 2010. con un reparto más integrado y una sala en la que el público podía sentirse más implicado con los valores dramáticos de la obra. En el Met, a pesar de su superioridad estelar, sólo unos cuantos de los cantantes superaron o incluso igualaron a sus predecesores de la ENO. Marina Poplavskaia del Met -al parecer ubicua- tuvo una interpretación típica: mucha presencia pero poca exquisitez vocal, con unos grandes sonidos eslavos que alternaron la calidez con el hielo. En el papel estelar, Jonas Kaufmann mostró una técnica impresionante pero demasiado notoria, con cambios desde los casi inaudibles pianissimos a los retumbantes fortes que continuamente bordeaban el manierismo hasta que en el dúo de la escena del jardín sucumbió a él. (Es una lastima que un cantante tan dotado, como tantos antes de él, deje que la técnica se convierta en un truco efectista). René Pape también jugueteó con la dinámica, pero esa afectación le sirvió para interpretar a Mefistófeles y él pareció pasarlo muy bien. Michéle Losier mostró ser un excelente Siebel y Russell Braun cantó hermosamente el papel de Valentín. De una forma u otra, Yannick NézetSéguin hizo que todas las disparatadas piezas encajaran perfectamente y comenzó la ópera con un preludio magistralmente interpretado que parecía proféticamente ligado a la historia que lo siguió. Al parecer muy difícil de conseguir, pero gracias a Nézet-Séguin sonó fácil, y lo que ocurrió en el foso durante las siguientes cuatro horas fue tan hermoso como su emocionante comienzo.
 






 
 
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