Perfil, 06|08|16
Julieta Mondet
 
Jonas Kaufmann: el rock star de la ópera mundial llegó a la Argentina
Se lo considera el mejor tenor del mundo y ayer actúo por primera vez en el Colón. El viernes visitó el teatro con sus tres hijos, se sacó selfies y almorzó en Puerto Madero.
Esbelto y de porte atlético, de pelo alborotado y mirada seductora. Jonas Kaufmann tiene una informalidad que parece poco propia de la lírica y más adjudicable a una estrella de rock. Así, a fuerza de talento, naturalidad y frescura, y alejado de estereotipos y prejuicios estéticos, este alemán se convirtió en la mayor figura de la ópera actual. Y llega por primera vez a la Argentina para dar dos conciertos en el Teatro Colón que serán uno de los mayores acontecimientos de la presente temporada. Lo hará en el marco del Festival Barenboim, que se realiza desde hace tres años junto con la célebre pianista Martha Argerich. Ayer en el Colón Kaufmann cantará obras de Mahler y Barenboim dirigirá la Orquesta West-Eastern Divan, formada por músicos israelíes y palestinos. Y el domingo 14 dará otro recital acompañado al piano por Helmut Deutsch. Con 46 años recién cumplidos, Kaufmann es parte de una joven camada de cantantes líricos y es considerado uno de los principales exponentes junto a, entre otros, el peruano Juan Diego Florez o el mexicano Rolando Villazón. Hoy es este alemán con aires de italiano quien se destaca sobre todo en roles dramáticos y genera pasiones en la platea femenina a lo largo del mundo tanto en sus actuaciones en óperas como en sus recitales líricos acompañado sólo por piano u orquesta. Un ejemplo de su éxito es que su agenda profesional está casi cubierta de acá a cinco años. Número uno. “Es el mejor tenor del mundo”, dijo al diario El País el director de la Opera de París, Stéphane Lissner. “El bombo publicitario a su alrededor está justificado. No sólo es un tenor apuesto que alcanza las notas altas, sino un músico de una extraordinaria sensibilidad, musicalidad e inteligencia. Los tiempos de Domingo y Pavarotti quedaron atrás. Esta es la era de Kaufmann”, agregó el crítico británico Rupert Christiansen. Esta estrella de la música lírica, dicen, carece del divismo que solía o suele acompañar a los de su talla. De hecho, el viernes llegó al Colón sin previo aviso a bordo de una van y junto a sus tres hijos. Vestido de manera informal, quiso conocer la sala y su camarín y se fotografió con todo aquel que lo reconoció. Luego se fue a comer carne a un tradicional restó de Puerto Madero. Lo que no fue. Kaufmann tuvo un momento mediático inesperado: se lo relacionó con un affaire con Madonna en 2014. “No hay ninguna foto de nosotros juntos porque ni siquiera nos conocemos”, respondió a The Times y el tema se cerró. La prensa de su país también publicó que salía con la directora de ópera Christiane Lutz. Y es que desde que se separó de su esposa, la mezzosoprano Margarete Joswig, con quien estuvo veinte años y tiene tres hijos, la prensa no deja de adjudicarle romances. Para él su prioridad son sus hijos. “Ahora estoy libre cuando mis tres hijos están de vacaciones. Antes tenía sólo dos semanas en verano y dos en invierno. Y no es suficiente. La música me proporciona tanta energía que ni lo noto, pero cuando paro me doy cuenta que estoy exhausto. Quiero cambiar; cuanto más feliz sea, mejor interpretaré. Si no, sólo podré adentrarme en personajes deprimidos”, dijo riéndose este hijo de un agente de seguros y una maestra jardinera que despierta suspiros entre sus fanáticas; algo de lo que él reniega. ¿Le dijeron alguna vez que era demasiado guapo para hacer este trabajo? “Nunca. Pero sí ha sido un reto que la gente entendiera que no me contrataban sólo por ser atractivo, sino por saber cantar”.
 






 
 
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