|
|
|
|
|
El Confidencial, 15/01/2021 |
Por Rubén Amón |
|
|
Liederabend, Madrid, Teatro Real, 14. Januar 2021
|
Los divos de la ópera derriten a Filomena
|
Ausschnitt:
El sublime recital de Jonas Kaufmann y las aclamadas (y
discretas) actuaciones de Joyce DiDonato y Javier Camarena convierten el
Teatro Real en el centro de la resistencia cultural
El Teatro Real se
ha convertido en una suerte de centinela de la cultura y de espacio de
resistencia. La luz permanece encendida y las puertas están abiertas
independientemente de las adversidades que maltratan la cotidianidad. Ha
reaccionado a la pandemia del coronavirus igual que se ha sobrepuesto ahora
a la conspiración meteorológica. Ni el frío ni la nieve ni el hielo han
doblegado la "rutina" del templo lírico en su misión sobrenatural. Ni
siquiera el pasado domingo, cuando Madrid amaneció sepultada y resultaba
inviable desplazarse, con excepción del metro, de los esquíes y del terno de
esquimal que identificaba a los melómanos conspicuos. Se levantó el telón
para llevar a cabo la última función de 'Don Giovanni' y se han mantenido en
cartel los recitales estelares que se habían programado esta misma semana.
Tres veladas consecutivas —Joyce DiDonato (miércoles), Jonas Kaufmann
(jueves), Javier Camarena (viernes)— cuya euforia —y fetichismo— han
convertido el Real en el teatro de la "oposición". Más frío hacía fuera, más
calor se procuraba el graderío madrileño de tanto aplaudir a los divos, de
reclamarles propinas y de celebrarse un complot contra los elementos y la
hostilidad exterior. .......... No cabía más contraste entre el
populismo de Joyce DiDonato y la contención y escrúpulo casi místico en que
se desenvolvió unas horas después el sobrecogedor recital de Jonas Kaufmann,
hasta el extremo de que el tenorísimo alemán pidió a los espectadores que no
interrumpieran el concierto con los aplausos. Se trataba de preservar la
intimidad del recital. Un álbum de imágenes musicales, revestidas de
nostalgia y de pudor que enjaezan el último disco del maestro —'Selige
Stunde (Sony)'— y que fue desgranando lejos de cualquier mecánica comercial.
Todo lo contrario, la colección heterogénea de canciones —Mozart, Schubert,
Beethoven, Schumann, Mendelssohn, Tchaikovsky, Chopin, Dvorak, Mahler— fue
todo menos un batiburrillo. La sensibilidad del piano de Helmut Deutsch, la
manera estética y orgánica de entenderse con Kaufmann y la atmósfera que
preservaron ambos... predispusieron un recital de emociones contenidas y de
pasajes conmovedores. Kaufmann es un tenor portentoso. Una estrella
mayúscula del escalafón, pero sus grandes trabajos operísticos —ahora
prepara el debut del 'Tristán' wagneriano— no han descuidado la dimensión
introspectiva del canto. Impresiona la belleza y el espesor de la voz. Lo
hacen la naturalidad y el refinamiento, más allá de la cualificación del
registro agudo en los pianísimos y del 'pathos' que trasladó al patio de
butacas.
Se contenía, se disciplinaba Kaufmann, sabiendo él mismo y
los espectadores hasta dónde alcanzan sus facultades de tenor dramático. Era
como un boxeador de los pesos pesados haciendo punto, entretejiendo un
recital de belleza deslumbrante que agonizó con un pasaje de los 'Rückert
lieder' de Mahler. Lo había interpretado curiosamente Joyce DiDonato en la
vigilia, pero desde la superficie y la vacuidad. Kaufmann la cantó desde las
entrañas, como una plegaria sombría que los espectadores escuchamos en
estado de trance y en silencio de monaguillos.
Jonas Kaufmann es el
número uno del escalafón masculino. Resulta un poco prosaico y hortera hacer
estas clasificaciones deportivas, pero tiene sentido reconocer la
versatilidad y el carisma de una figura que sabe subordinarse y someterse al
misterio del canto. Y que en lugar de requerir aplausos y clamores, prefiere
que la platea le acompañe con el silencio. ..........
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|