Enero 18. La Ópera de París presentó en su sala de La Bastilla la producción
escénica firmada por Claus Guth que se estrenó originalmente en Milán en
2012. La acción se traslada a 1850 en Alemania y el protagonista de
Lohengrin es caracterizado como una criatura frágil que busca constantemente
escapar o esconderse. No hay aquí cisnes, caballeros, gloria o armas, pues
se ha quitado cualquier referencia al mundo medieval evocado en el libreto,
sino introspección psicológica. La puesta luce pensada, correctamente
elaborada, más simbólica que romántica y muy trabajada.
Quizás la
iluminación de Olaf Winter sea lo mejor de la faz visual, con sorprendentes
climas y belleza en cada momento; mientras que la escenografía y el
vestuario de Christian Schmidt fueron funcionales al concepto de la
puesta: un escenario único con tres pisos y seis puertas por piso en el
fondo y tres en cada costado, así como un vestuario mayoritariamente negro,
con excepción de Elsa, quien viste de blanco.
Philippe Jordan extrajo
de la orquesta todos los matices posibles desde la claridad y sutileza del
preludio hasta los momentos de mayor fuerza, pasando por las perfectas
fanfarrias y por momentos de extraordinaria excelencia como el inicio del
tercer acto. El Coro de la Ópera de París, que dirige José Luis Basso,
mostró su valía en una noche verdaderamente memorable con una obra de gran
compromiso para ese colectivo de artistas.
Jonas Kaufmann impactó
con este Lohengrin tembloroso y miedoso que asumió con total convicción
escénica y poderosos medios vocales. No hubo atisbo de problemas en su
emisión: su voz aterciopelada se proyectó con grandeza. Sus agudos eran
firmes y su fraseo de primer nivel mientras manejó con excelencia la media
voz y los pianissimi. René Pape aportó el terciopelo de su voz a Heinrich y
algún agudo problemático no empañó su exquisita labor. Un gran Telramund
ofreció el bajo-barítono polaco Tomasz Konieczny, tanto por la línea de
canto como por su actuación.
Martina Serafin fue una Elsa
interesante, con buen fraseo pero timbre algo duro y color metálico.
Mientras tanto, Evelyn Herlitzius como Ortrud conmovió por su pasional
entrega al personaje y por su excelente registro central mientras que en el
agudo se evidenció una tendencia al descontrol. Muy bien servido el Heraldo
por Egils Silins y correcto el resto del elenco.
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