El Pais, 27 DIC 2013
Juan Ángel Vela del Campo
 
Verdi: La forza del destino, München, 22. Dezember 2013
 
Cuando las voces conmueven
 
Al finalizar la representación de 'La forza del destino' las ovaciones a los cantantes, con ruidosos pateos (máxima manifestación de aprobación), se extendieron durante un cuarto de hora
 

Faltaba la ópera conocida por muchos como la “innombrable” para redondear la dedicación durante 2013 a Giuseppe Verdi en la Bayerische Staatsoper de Múnich. Con la nueva producción recién estrenada de La forza del destino han sido 10 las óperas de Verdi —10, sí, no han leído mal— que han subido a escena durante este año en el Nationaltheater de la capital bávara. El 1 de enero se recibió 2013 con Aida, el 31 de diciembre se despide con La traviata. Y entre ambas, nuevas propuestas escénicas de Simon Boccanegra o Il trovatore, o reposiciones de Macbeth, Otello, Falstaff, Rigoletto y Don Carlo. Ahí es nada. Había además que ver el ambiente que reinaba en la première de La forza del destino. Antes del comienzo, decenas de personas en las inmediaciones del teatro portaban el cartel “Suche Karte” esperando una baja de última hora (se habían agotado las localidades en un suspiro). Al finalizar la representación, las ovaciones a los cantantes, con ruidosos pateos (máxima manifestación de aprobación), se extendieron durante un cuarto de hora. Y durante el espectáculo, hubo una ejemplar actitud de concentración por parte del público, únicamente interrumpida por encendidos aplausos en las escenas más destacadas.

Bien es verdad que el reparto era, a priori, de campanillas con la pareja de la casa: la soprano Anja Harteros y el tenor muniqués Jonas Kaufmann, como cabecera de cartel. Los dos cantaban por primera vez los personajes de Leonora y Don Alvaro. A lo largo del año verdiano habían también actuado juntos en Munich en Il trovatore y Don Carlo, y ella, además, había sido Desdémona en Otello.

El público les adora y ellos, como era de esperar, no defraudaron. Para mayor satisfacción se unió a la fiesta Ludovic Tézier con una extraordinaria interpretación del personaje de Don Carlos de Vargas. Lo que faltaba.

La combinación de buen canto, incisiva teatralidad y pasión lírica contribuía al alto voltaje operístico de la representación. Los papeles menos estelares eran también resueltos con empaque, empezando por el Padre Guardiano de Vitalij Kowaljow y la Preziosilla de Nadia Krasteva. Dirigió y concertó con esmero Asher Fisch. La versión musical elegida fue la de Milán de 1869, con la adaptación de Franz Werfel, que sitúa la gran escena coral con Preziosilla a mitad del tercer acto, como en la versión de San Petersburgo de 1862. Esta particular ordenación fue estrenada en Dresde en 1926, con dirección de Fritz Busch, y vista ese mismo año en Munich con Karl Bohm en el podio.

Con la dirección de escena llegaron los problemas, lo que desembocó en un fuerte abucheo a Martin Kusej y su equipo. Pudiéndose contemplar La forza del destino como una ópera de cuadros, el punto más conflictivo vino de las escenas de guerra, con la inclusión por momentos de una componente erótica de marcado tono sadomasoquista en los campamentos militares. Kusej niega el concepto determinante del destino y sitúa en su lugar el poder manipulador de ciertas instituciones religiosas. Se puede ver también una ligera alusión al conflicto entre la Iglesia y el Islam. Escénicamente, el planteamiento de estos cuadros corales queda difuso. Sin embargo, la exploración de los sentimientos personales de los protagonistas está muy conseguida teatral y dramáticamente.

Como es habitual en las nuevas producciones de la Bayerische Staatsoper una de las representaciones —la tercera, el sábado— se puede ver en directo y gratuitamente en www.staatsoper.de/tv. Es una adecuada opción para ir despidiendo el año Verdi.







 






 
 
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