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Mundoclasico, 28/05/2010 |
Juan Carlos Tellechea |
Konzert, Berlín, 14/05/2010
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Abbado: un celebrado regreso a Berlín
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Claudio Abbado dirigiendo a la Orquesta Filarmónica de Berlín es uno de los
mayores acontecimientos musicales de esta temporada en la capital alemana
que nadie quiere perderse por nada del mundo. Las entradas están agotadas
desde hace muchos meses. Sin embargo, se forman aún largas colas ante la
taquilla. Muchas personas tienen todavía la vana esperanza de conseguir una
entrada cedida por alguien que no puede asistir al concierto por alguna
causa impostergable. En la calle, frente al edificio de la Filarmónica los
revendedores hacen su agosto en mayo. Por un asiento en las primeras filas
de la platea piden una fortuna en euros.
Los aplausos ya son atronadores cuando el maestro ingresa a la sala, saluda
al público con un ligero movimiento de cabeza y sube ágilmente al podio.
Abbado, sobriamente vestido con un traje gris, camisa blanca y una discreta
corbata oscura a tono, mueve sus manos para poner en movimiento a una legión
de más 300 intérpretes (entre orquesta y coro), todos uniformados de frac.
Sin partitura delante, el maestro parece disfrutar enormemente de este
reencuentro con la Filarmónica de Berlín, la orquesta que lo eligiera su
director artístico en 1989 y a la que dejara en 2002, tras haberle marcado
su programa de conciertos y diseñado su perfil como una de las tres mejores
agrupaciones sinfónicas del mundo.
Para la mayoría de los intérpretes de esta velada, la cita con esta
constelación, Abbado y el Rinaldo de Brahms no tiene precedentes. El
director milanés revivió esta cantata coral hace unas tres décadas y ahora
la vuelve a rescatar del olvido con la Filarmónica de Berlín que hace más de
medio siglo que no la interpreta.
La gran sala auditorio de la Filarmónica estalla en aplausos y vítores al
término del concierto y no sólo porque el caballero Rinaldo se libera del
hechizo de Armida y encuentra el camino a la tierra prometida: "Maravilloso
hemos llegado", como dice Goethe en su texto inspirado en el poema homónimo
de Torquato Tasso, antecedente de la célebre epopeya Jerusalén liberada,
sobre el asedio de la ciudad santa durante la primera cruzada.
El programa elegido por Abbado para esta velada es inusual: obras vocales y
corales de Schubert, Schönberg y Brahms, poniendo especial énfasis en los
textos poéticos, su expresión sonora y su estructura sinfónica. Es como si
el maestro quisiera poner nuevamente a prueba la enorme admiración que
siente el público de Berlín por su persona.
Maravilloso es ver la concentración con la que dirige Abbado a los músicos.
Emanan de la orquesta sonidos excelsos en ‘Gretchen am Spinnrade’ y en
‘Nacht und Träume’, con los arreglos de Reger, y plenos de vitalidad y
energía en ‘Erlkönig’, con la orquestación de Berlioz. La interpretación de
Schönberg despliega múltiples y exquisitas facetas, muy naturales, nada
esotéricas ni demasiado opulentas.
Lástima que la joven mezzosoprano holandesa Christianne Stotijn no sabe
estar a la altura de las circunstancias. A veces parecen traicionarla los
nervios y ahogarse. Por momentos se le escucha una voz engolada, otras veces
metálica. El rostro adusto parece delatar que no se siente muy bien en este
papel.
Otro tanto ocurre con el tenor Jonas Kaufmann, quien no da muestras de
encontrarse muy cómodo encarnando a Rinaldo. Tal vez sea muy difícil
compenetrarse en este personaje cuya interpretación oscila entre la actitud
reflexiva y la manifestación operística.
Pero, pese a todo, tiene algunos momentos brillantes, de mucho sentimiento,
hasta donde se lo permite esta obra, como en su intervención al promediar la
pieza: "Por segunda vez / veo aparecer / y lamentar, llorar / en este valle
/ a la Señora de las señoras / Esto es lo que tengo que mirar / por segunda
vez? / Esto tengo que oír / y no tengo que defender / y no tengo que
salvar?", antes de que la música alcance tonalidades excelsas.
Y la enorme fuerza de los dos coros de voces masculinas unidos (preparados
brillantemente por Simon Halsey y Michael Alber) que lo respaldan sin
transigencias, como en el final "en el mar" cuando "las velas se hinchan! /
olas verdes / blanca espuma! / mirad los verdes / amplios espacios / de
delfines / nadando rápidamente!", confirma aquello de que no hay nada mejor
que el firme compromiso, el empeño conjunto de un equipo para que un obra
artística alcance su mayor altura.
El programa de este concierto del 14 de mayo se repite otros dos días, hasta
el domingo 16, cuando finalmente es transmitido también por internet a
través del sistema digital [Digital Concert Hall] donde queda finalmente
archivado para su posterior visión.
La Filarmónica de Berlín, con su nuevo director general (intendente), el
productor de televisión Martin Hoffmann, quien asumirá a comienzos de
septiembre sucediendo en el puesto a Pamela Rosenberg, se esfuerza por tener
mayor presencia que hasta ahora en los nuevos medios electrónicos y entre el
público.
El concierto que abre la nueva temporada (2010/2011) el 27 de agosto próximo
será retransmitido en 32 salas de cine de toda Alemania, así como en
gigantescas pantallas instaladas en lugares céntricos de Hamburgo, Dresde,
Colonia y Düsseldorf. La Fundación Filarmónica de Berlín planea además un
acuerdo de cooperación de largo aliento con el primer canal de la televisión
alemana (ARD).
La nueva temporada estará enfocada a un ciclo de sinfonías de Gustav Mahler,
bajo la dirección de Sir Simon Rattle, así como a la versión concertante de
la ópera Salomé, de Richard Strauss, que la orquesta interpretará
previamente en los Festivales de Salzburgo (Austria).
La Filarmónica de Berlín pone fin así a la era del mítico Herbert von
Karajan. Ya prácticamente no queda casi ningún músico de esa generación en
sus filas. La orquesta se ha rejuvenecido en estos últimos tiempos, y el
benjamín de la formación sigue siendo todavía el contrabajista venezolano
Edison Ruiz, de 24 años. |
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