Mundoclasico, 09/08/2010
Eduardo Benarroch
Wagner: Lohengrin, Bayreuth, 3. August 2010
 
¡¡¡Basta, basta, basta, por favor!!!
Estimado lector, espero que Ud y también mi paciente Editor me disculpen, ya que esta debería ser una nota de La Valquiria, así seguiríamos en orden el ciclo del Anillo cuyas notas comenzaron esta semana, pero hay algo que me debo sacar de adentro y por eso va esta nota de la nueva producción de Lohengrin en su lugar.

Es muy cansado física y mentalmente ver siete óperas de Wagner en ocho días, fueron ocho en realidad ya que el día libre vi Tannhäuser para niños en una original puesta de Katharina Wagner que comentaré mas adelante. Pero había dejado Lohengrin para el final puesto que es una obra mucho más liviana que Parsifal o que Los Maestros Cantores y no me gusta ir al día de apertura y codearme con los políticos y otras celebridades que parecen aparecer de la nada en estas ocasiones.

Puede ser que la tan mentada fatiga wagneriana me haya afectado y que por esa razón mi poder intelectual se haya disminuido. Si es así, el lector escribirá quejándose y tendrá razón. Pero también existe la posibilidad que no haya habido fatiga y quizás el lector comparta alguna que otra opinión con este crítico muy entusiasta, que ha visto mucho y que desea ver mucho más, y cuya máxima es: “¡la mejor función es la próxima!”

Quizás haya un lector que haya leído más de una crítica escrita por mí para Mundo Clásico y por esa razón sepa que me gustan las producciones modernas, y es así, me gusta el desafío, me gusta la actualidad de los temas políticos de las obras de Wagner y me gusta con pasión cuando un regiesseur de los grandes se ocupa de un tema y lo presenta para que nosotros (el público) nos pongamos a pensar y a descifrar, y luego a entender y por fin a ver algo totalmente nuevo que nunca antes habíamos pensado.

He visto muchas producciones de Hans Neuenfels, algunas de ellas me han gustado mucho, como por ejemplo Los Maestros Cantores en Stuttgart o La Flauta Mágica en la Komische Oper de Berlín, e incluso el desopilante Nabucco en la Deutsche Oper también en Berlín. Había en esas producciones cosas muy inaceptables pero también había revelaciones muy profundas, como por ejemplo en la producción de Rigoletto también en la Deutsche Oper de Berlín cuando Gilda se da cuenta en el tercer acto de la profesión de su padre y este trata de ocultarla. Pero este Lohengrin de Bayreuth es otra cosa muy diferente.

Se me había ocurrido poner un título semi-cómico para esta nota, Nido de ratas, era uno de ellos, o el título de una de las secciones del ciclo Our hunting fathers de Britten, Rats away! pero con el correr de la función pensé que había algo ofensivo en esta producción, que el regiesseur había ido demasiado lejos y peor aún que lo habían dejado ir demasiado lejos. Entonces se me ocurrió el título que se lee arriba.

Tengo a mano doce páginas con mi descripción de esta producción que detallo a continuación.

Durante el preludio orquestal, que se escuchó dirigido con maestría, bien acentuado, con líneas bien definidas en las cuerdas, se ve la figura de Lohengrin de camisa blanca y pantalones grises con tirantes, que trata de empujar una pared blanca con tres ventanas redondas, la pared obviamente se vuelve cada vez mas pesada y por su esfuerzo Lohengrin cae de rodillas sobre el piso, abatido. El primer gran crescendo orquestal parece darle nuevas fuerzas y vuelve a mover la pared lentamente hacia atrás del escenario. Al hacerlo se descubren dos paredes blancas a los costados. Lohengrin adquiere dimensiones de Sísifo, pero al fin lleva la pared hacia el fondo donde se abre una puerta y con pesar pasa al otro lado cerrándose la puerta dejando el escenario vacío.

A los costados hay dos paredes blancas con rejas al frente. Al abrirse las rejas el espectador se da cuenta de que son jaulas de donde salen decenas de ratas negras (el coro), el Heraldo aparece con un traje de cola gris, y una peluca estilo punk negra llevando un sillón rojo que ubica al frente del escenario. El Rey Enrique aparece vestido de negro con una coronilla de papel metálico, se tambalea como si estuviera borracho, y al hacerlo las ratas mueven sus manitas excitadas y muestran sus pies grandes. El Rey comienza su arenga y cuando dice “Das deutsche Reich...” una rata da un grito y lo ataca con un puñal. De los costados salen unos guardias/enfermeros con máscaras (¿contra la radioactividad?) y toman a la rata y se la llevan.

Enseguida baja una pantalla en medio del escenario con las palabras: Wahrheit 1 (Verdad nº 1), un film se proyecta en la pantalla, una cabeza de rata que gira y dentro de la sección de la cabeza hay otra rata, aparecen miles de ratas y entre tanta cantidad de ratas que corren aparece una rata blanca que busca algo. En la pantalla se disecciona a la rata y dentro de la rata se ve una corona giratoria dentro de la cual se persiguen dos ratas. Esto sucede durante el relato de Telramundo, y si la producción desea quitarle atención al relato lo ha conseguido en forma brillante.

Cuando Telramundo se defiende frente al Rey Enrique este se acobarda. Se anuncia: “Ruf die Beklagte her!...”.(Llamen a la acusada), de nuevo aparecen dos guardias/enfermeros de uniformes y máscaras -al igual que antes- llevando una silla sobre la que se sienta Telramundo. Elsa aparece de tapado blanco corto, por detrás tres ratas le apuntan con arcos y flechas, en su espalda tiene clavadas seis flechas y dos o tres sobre el pecho. Al aparecer Elsa el rey se esconde detrás del Heraldo...el rey pide a Elsa...”Was hast Du mir zu vertraun..?” (¿Tienes algo que confiarme?).... Elsa con dificultad y verdadero sufrimiento se saca las flechas del pecho. La voz de Annette Dasch sonó al comienzo pequeñísima, de dicción poco clara y color de soubrette. En medio de “Einsam in trüben Tagen” (Sola en días difíciles) cae sobre el piso como muerta pero continúa su aria, al final cae sobre el escenario de espaldas, luego (sin ninguna razón excepto que debe continuar cantando) se levanta y se defiende. Cuando se llama a alguien que la defienda, aparecen ratas de color rosa pálido de los costados. Junto al coro la voz de la Dasch sonó pequeñísima.

Enseguida las ratas se quitan los uniformes y por debajo están vestidas de trajes de cola amarillo con sombreros del mismo color. Quedan los pies de ratas hasta el tercer acto. De lo alto bajan barras metálicas con ganchos y números, en esos ganchos cuelgan los uniformes de ratas con las largas colas colgando y suben los uniformes unos cuatro metros quedando a la vista como si fuera un guardarropas (algo ya visto en su Nabucco de la Deutsche Oper).

De inmediato entra Lohengrin (vestido como al comienzo) seguido de ratas negras. Kaufmann canta como susurrando a su cisne, una voz dulcísima y dicción clarísima. El cisne es visto dentro de un féretro negro y cuando Lohengrin pregunta a Elsa “dich meine Schutze anvertraun?” (¿Confiarás en mi protección?) entra un grupo de enfermeros que se llevan a todos dejando el escenario vacío y a Lohengrin y Elsa solos. Con mucho cuidado y suavidad Lohengrin quita una a una las flechas clavadas en la espalda de Elsa.... y cuando Lohengrin dice "Elsa hast Du mir wohl vernommen?“ (Elsa, ¿me has entendido bien?)... aparece Ortrud desde un costado y enseguida Lohengrin repite “jamás deberás preguntarme...”.

Cuando Lohengrin, ya apaciguado, exclama “Elsa, ich liebe Dich..!” (Elsa, te amo) reaparece el coro -con pies de ratas... es realmente cómico- vestido de trajes de cola y sombreros amarillos. Lohengrin se cruza de brazos mirando a Elsa, el rey anuncia el desafío y al dibujar el círculo cae sobre el escenario tambaleándose. Por fin se levanta y cuando dice “...weil unsre Weisheit Einfall ist!” (porque nuestra sabiduría es una tontería) saca dos manzanas de su bolsillo.

Baja nuevamente la pantalla sobre la que se proyectan las palabras Wahrheit 2 (Verdad nº 2). El coro cae boca abajo sobre el escenario y en la pantalla se pelean dos ratas. Lohengrin vence a Telramund, y Elsa y Lohengrin entonan su dúo alegre y animado, Elsa toma la espada que Lohengrin usó para vencer a Telramundo y es rodeada del coro (con pies de ratas), por fin el coro (semi-ratas) está tan contento de que han llegado al final del acto sin que nadie haya subido a asesinar al director de escena, que mueven sus manitos de ratas excitados y aparece el cisne. Fin del primer acto.

Al comenzar este acto todavía estaba con pensamientos positivos y lleno de fantasía y expectativas, las ideas me iban y venían en la cabeza y hasta había pensado que Lohengrin era un doctor que estaba haciendo un experimento (usando ratas de laboratorio por supuesto).

En escena aparece un carruaje negro con interior blanco, el caballo negro que llevaba a Telramundo y a Ortruda ha muerto en el camino y es visto caído, el equipaje esta siendo saqueado por ratas que aparecen por los costados, las valijas abiertas son saqueadas por otras ratas que examinan todo con curiosidad. Al fin las ratas deciden llevarse las valijas y se sacan las capuchas de las cabezas. Telramundo y Ortruda se apoyan sobre el carruaje vestidos de gris brillante. Telramundo abusa físicamente de su esposa Ortruda, luego ella se refiere a Dios y se ríe a carcajadas acostándose en forma seductora y con movimientos sexuales sobre el cuerpo del caballo caído. Telramundo se comporta como un niño apoyando se cabeza sobre la falda de Ortruda (¡¡¡¡esto ha sido visto hasta el cansancio!!!!). Al culminar el dúo “Der Rache Werk” (Dejemos que nuestro acto de venganza...) guardias/enfermeros -siempre con máscaras- se llevan el carruaje. Por detrás del escenario se ve una gran vitrina de cristal con un enorme cisne cerámico en el medio y a un costado Elsa que acaricia al cisne y se pone una capucha sobre su cabeza: “Elsa...” llama Ortruda, y de inmediato Elsa se quita la capucha. Durante el comienzo del dúo Elsa pierde el equilibrio cayendo sobre el piso y cuando Ortruda canta “Entweihte Götter!” (Dioses deshonrados....), entran dos enfermeros que le ofrecen un tapado gris brillante, luego sube a la vitrina con Elsa. Dos enfermeros se llevan a Telramundo a un costado.

Amanece en este imaginario lugar y dos ratas blancas cruzan el escenario siendo perseguidas por dos enfermeros. Entran más enfermeros que las acorralan y al fin las atrapan dándoles inyecciones (supuestamente letales) .... pero las ratas sobreviven, atacan a los enfermeros y se escapan haciendo reír al público. Entra el coro “In früh’n versammelt uns der Ruf....” (Nos reunimos temprano para recibir el anuncio) pero dentro de jaulas individuales. Mas tarde se sacan los uniformes de ratas y nuevamente cuelgan de los ganchos sus disfraces de ratas que suben dejando colgar las colas largas.

Los cuatro nobles son ratas con colas largas y pies de ratas. Cuando el coro canta “Macht Platz” (Hagan lugar) aparecen unas ratitas blancas muy alegres que saltan. Entra el coro de mujeres dividido en cuatro secciones que se cruzan sobre el escenario con vestidos y sombreros multicolores y colas de ratas. Se ponen de espaldas y por detrás entran los hombres vestidos de smoking con pies y manos de ratas. Los hombres acarician las colas de rata de las mujeres, luego acarician sus brazos.

Elsa aparece de blanco con un vestido emplumado -como plumas de cisne- y un abanico -también como de cisne-, por detrás entra Ortruda de vestido y abanico iguales, pero negros. Lohengrin entra como un hombre que es un doctor a cargo de un experimento en un laboratorio y es la única persona normal. Por detrás aparecen unos escalones con una cruz y allí se amontona el coro. Al frente del escenario se ve a un Lohengrin traumatizado mientras que el Rey parece personificar la figura de un tonto de Shakespeare. Sobre los escalones aparece Ortruda acostada como un cisne negro. Cuando Telramundo sugiere a Elsa “Vertraue mir!” (Confía en mí) un grupo de ratas la ataca, pero es rescatada por Lohengrin quien le susurra en pianissimo “Heil dir Elsa!” (Elsa, te saludo) y comienzan a subir los escalones. Pero alguna razón a los enfermeros se les ocurre que hay que desmantelar la cruz, Lohengrin se enoja con ellos y toma los dos pedazos y los une, por debajo Elsa se transforma en un cisne.

El tercer acto deja escuchar a una orquesta inspirada por un muy buen director a quien nunca había escuchado en vivo, Andris Nelsons. Su lectura del preludio ya me había convencido pero en el tercer acto ofreció una lectura muscular, exuberante y llena de energía y muy buen fraseo. Lamentablemente se abrió el telón para ofrecernos unas ratas nupciales rosas y negras mezcladas. No se puede más que reírse al ver esto, que no creo que sea la idea de esta ópera y menos aún en este acto y en esta situación. Nadie pide verismo estético pero sí credibilidad dramática. Lohengrin y Elsa entran por el medio con largas camisas de lino blanco. Al fondo se ve una plataforma con una cama blanca cercada por una soga, siete sillas se encuentran a los costados en semicírculo. Lohengrin desengancha la soga para abrir la cama, la pared semicircular al fondo contiene seis ventanas redondas. Lohengrin persigue a Elsa para convencerla que no le formule la pregunta abrazándola con pasión y desesperación, pero Elsa se escapa y termina histérica tendida sobre el escenario. Por momentos evita la mirada de Lohengrin como dudando y de nuevo se escapa de sus brazos en forma histérica. La orquesta dio lo que no hubo en escena, hubo urgencia, fue veloz y al mismo tiempo profunda. De pronto del centro de la cama surge el féretro negro del cisne y luego desaparece, una rata ataca a Lohengrin y este la mata, entran cuatro ratas a mirar a la rata muerta... la plataforma con la cama se aleja del frente del escenario, Lohengrin queda solo.

En la próxima escena el coro entra vestido de uniformes negros al estilo SS con la imagen del cisne en el cinturón. Ya no tienen ni manos ni pies de ratas y se quitan sus cabezas de rata que dejan frente a sus pies. Los enfermeros entran por los costados y se llevan las cabezas de ratas. Elsa entra con un vestido negro hasta las rodillas con los zapatos en las manos, que deja caer al llegar. Las mujeres aparecen también con uniformes negros similares a los de los hombres. Lohengrin descubre el cadáver de Telramundo y al hacerlo se ve una cabeza de rata que Lohengrin quita de inmediato. Las mujeres rodean a Elsa culpándola, Lohengrin también se acerca a Elsa y la obliga a escuchar su relato. Al fondo aparece un enorme signo de interrogación. Lohengrin entona “In fernem Land” (En tierras distantes), de paso Kaufmann cantó casi toda su aria a piano, un maestro de la dosificación vocal, pues cuando hubo de dar volumen sonó muy bien y sin pérdida alguna de color o de fraseo, sabe cuando debe dar más y qué efecto desea lograr, y estuvo muy bien acompañado por Nelsons. Al concluir el aria cambia el signo de interrogación a admiración.

Elsa se tira al piso de espaldas al decir “Mir schwank der Boden” (Siento moverse el piso)....Lohengrin cae de rodillas casi llorando, porque Elsa le hizo la pregunta. Elsa lo abraza y se quita su vestido negro quedando en combinación negra. Por detrás aparece el cisne en un carrito cubierto con una capa, Lohengrin con mucho esfuerzo se arrastra hacia el carrito y boca abajo canta “Mein lieber Schwan” (Mi querido cisne). Elsa esta hecha un ovillo al frente del escenario. Por detrás y entre el coro entra Ortruda con chaqueta blanca cubierta de espinas, la voz de la Herlitzius sonó hiriente y lacerante con volumen excesivo. Al concluir Ortruda, Lohengrin quita el lienzo que cubría el carrito y descubre un inmenso huevo. Lo hace girar y vemos del otro lado a un bebé enorme de color gris con un larguísimo cordón umbilical (una especie de ET). Este bebé monstruo se para y corta trozos de su cordón umbilical que arroja hacia el coro que cae boca abajo inerte.

Fin de la ópera.

Mire señor lector, si Ud cree que tiene una buena idea de que fue lo que motivó a Hans Neuenfels a poner tal puesta y a las dos hermanas a dejarlo poner tal cosa, por favor escriba sus comentarios. Yo me doy por vencido, al menos por este año. No se puede hablar de Personenregie inteligente, los movimientos fueron todos forzados en esta camisa de fuerza llena de tonterías y situaciones pueriles. Las apariciones de las ratas tan a menudo quitaron cualquier elemento de sorpresa para convertirlo en algo tedioso y ofensivo. ¿Es que se cree que somos todos estúpidos que aceptamos cualquier cosa o que no conocemos la obra?

Creo conocer esta obra bastante bien, la he coproducido yo mismo y conozco los simbolismos y sus fuentes. Hay mucho lugar para interpretaciones y así debe ser, pero esta puesta me ha dejado confuso y enojado, no algo que me ocurre ni que busco cuando voy a ver ópera.

Fue una lástima porque hubo un buen elenco y un excelente director y coro. Andris Nelsons es un joven que estudió con Maris Janssons y que por lo escuchado tiene un futuro promisorio, su lectura reveló total dominio de la acústica en esta sala problemática y también muy buenas ideas. El sonido fue siempre generoso pero nunca cubrió a sus cantantes, aunque pocos, muy pocos, aprovecharon para ofrecer buena dicción.

A Kaufmann hay que admirarlo porque su Lohengrin fue nada convencional, no sólo por la producción que lo obligó a encasillarse, sino porque arriesgó cantando piano y fraseando con dulzura.

A su lado Annette Dasch sigue sin convencer plenamente. La voz es pequeña pero atractiva, y actúa bien en escena pero para Elsa (como para la Condesa en el Covent Garden meses atrás) se necesita mucho más que publicidad previa y eso es lo que la está elevando demasiado rápido.

Hans Joachim Ketelsen fue un Telramundo sufriente y mucho menos guerrero y peleador que de costumbre. Vocalmente fue igual que su caracterización. Georg Zeppenfeld cantó al Rey Enrique el Pajarero con voz plena y cortante dicción. La suya no es la voz de los bajos alimentados a cerveza negra como Frick o Moll, sino una voz más penetrante y menos opulenta. Samuel Youn cantó el Heraldo con muy buena voz, marcando las palabras, lamentablemente en esta producción su rol pasó desapercibido.

No se puede decir que Evelyn Herlitzius no diera todo lo que puede a su interpretación, al contrario, hubiera sido mejor para todos los oídos presentes si hubiera dado menos volumen. La voz está inmensa, lacerante y nada bella, y quizás esta sea la única forma que posee para cantar, usando mucho volumen, pero fue una lástima porque en escena es una presencia formidable.

Como siempre el coro dio una sólida base sonora junto a una orquesta inspirada.

Queda nuevamente el interrogante, ¿por qué hace estas cosas Neuenfels?, ¿qué desea lograr? ¿Por qué se aparta tanto de la obra original? Y, ¿corregirá sus muchos errores el año próximo?

Mientras tanto se habla de tres nombres para el Anillo del año 2013, Herheim, Katharina Wagner y ... Neuenfels. El cuarto nombre no se rumorea todavía.
 






 
 
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