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El Pais, 25/07/2010 |
J. Á. VELA DEL CAMPO |
Wagner: Lohengrin, Bayreuth, 25. Juli 2010
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Bayreuth se pone las pilas
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El polémico 'Lohengrin' de Hans Neuenfels y
un 'Tannhäuser' para niños abren la nueva etapa del festival wagneriano bajo
el mando de las bisnietas del compositor |
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Se acabaron de una vez por todas las especulaciones. Las hijas del fallecido
Wolfgang Wagner han sabido esperar, desde su nombramiento como máximas
responsables del Festival de Bayreuth, antes de presentar sus primeras
credenciales artísticas. El verano pasado no hubo ninguna producción nueva.
Anteayer, 25 de julio, día de la inauguración de la 99ª edición del
festival, mostraron sus primeras cartas.
De entrada habían invitado a debutar en la verde colina a uno de los
directores de escena más transgresores de Alemania, Hans Neuenfels (Krefeld,
1941), para hacerse cargo nada menos que del intocable Lohengrin. En
contraste, el jovencísimo Andris Nelson (Riga, 1978) se hacía cargo de la
dirección musical. Era una doble apuesta valiente, por mucho que se
tuviese en la chistera al tenor de moda, Jonas Kaufmann, una especie de
Plácido Domingo a la alemana, para hacerse cargo del personaje que da título
a la obra.
Las hermanastras -hijas del mismo padre y de diferentes madres- no se han
conformado con este reto. Han planteado por primera vez una doble
inauguración del festival a través de un proyecto para niños, en una sala de
ensayos habilitada para la ocasión, con un Tannhäuser reducido a 70 minutos
que hizo las delicias del público infantil que abarrotaba el recinto. Hasta
10 funciones están anunciadas hasta que tome el relevo en el mismo espacio
un simposio internacional en colaboración con la Universidad Libre de Berlín
que responde al enunciado ¿Cuándo vendrá el próximo cisne? Milagro entre
estrategia y emergencia. Y además proyecciones al aire libre de algún
título... En fin, Bayreuth ha cambiado de estilo.
La representación de Lohengrin fue de esas que podemos llamar de alta
temperatura. Neuenfels ya había calentado motores horas antes, en una
multitudinaria conferencia de prensa, con un despliegue de imaginativas
ideas y corrosivo sentido del humor. La división de opiniones, que empezó ya
en el primer acto y duró más de un cuarto de hora al final, fue de las que
hacen época. Dominaron los abucheos sobre las aclamaciones, pero unas y
otras fueron a pleno pulmón.
Neuenfels es un hombre de teatro muy experimentado y cuenta con un equipo de
primera línea del que son parte fundamental el escenógrafo y figurinista
Reinhard von der Thannen y el dramaturgo Henry Arnold. Las imágenes
plásticas con las que cuenta la ópera son muy impactantes y el sentido
teatral, impecable. Vaya por delante este reconocimiento a la
profesionalidad teatral. El primer paso de Neuenfels y los suyos consiste en
transformar la leyenda en un cuento lleno de alegorías y salpicado con un
sentido del humor muy incisivo. La evolución de la especie humana está
presente en los juegos narrativos y así el coro puede ser, en momentos, de
ratas, bien como una ironía burlona en el tratamiento de la boda, bien como
un reflejo del miedo y la inseguridad al que responden muchos colectivos de
nuestro tiempo. Nada en cualquier caso es gratuito. La componente analítica
deriva en una terapia.
Las utopías se muestran irrealizables pero hay al menos un mensaje de
esperanza en la ópera que el propio Wagner consideraba la más triste de las
suyas. Es un montaje que desde su apariencia a veces kitsch invita a pensar
sobre la condición humana y sus enigmas. No es un cuento de hadas, desde
luego, pero sí es un cuento ideológico o, si se prefiere, filosófico. Muy
alemán, con una componente fantástica muy original y con un casi inverosímil
sentido del humor.
El triunfador de la noche fue el tenor Jonas Kaufmann. Su actuación fue
de principio a fin soberbia, con un fraseo admirable y un fabuloso dominio
de las medias voces. Extraordinario asimismo Georg Zeppenfeld como el
Rey, correcta Annette Dasch como Elsa y un poco justa de expresión dramática
Evelyn Herlitzius como Ortrud. Magnífico el trabajo al frente de la orquesta
de Andris Nelson, un director que está lanzado. Las enseñanzas de Mariss
Jansons y su trabajo al frente de la Ópera de Letonia y de la orquesta de
Birmingham han dado sus frutos. Una vez más estuvo sensacional el Coro de
Bayreuth preparado por Eberhard Friedrich. En expresión, en matices y en
línea de canto.
Capítulo aparte merece la ópera para niños, una idea de Katharina Wagner
puesta en marcha gracias a una adaptación de Alexander Busche. Obviamente se
adaptan las situaciones escénicas a las inquietudes de los más jóvenes pero
todo ello con un gran respeto a la música original. Aunque se invita a los
asistentes a la participación en alguna escena, los niños no se desmelenan
en ningún momento y siguen con un interés casi religioso su particular
Tannhäuser, con Elisabeth en bicicleta y Venus de punki con sus arañas que
meten miedo. La dirección musical es de Hartmut Keil al frente de una
orquesta de Fráncfort, y la escénica de Reyna Bruns.
Entre unas y otras cosas Bayreuth ha dado este año un paso adelante de
considerable importancia. Dos últimos detalles. Uno: asistió a Lohengrin
Angela Merkel, que aplaudió de pie al final con la misma intensidad y cara
de satisfacción que la que se mostró a medio mundo en Sudáfrica con motivo
de la victoria futbolística de Alemania frente a Argentina. Dos: en el
momento de mayor rechazo del público a Hans Neuenfels y su escenógrafo
saltaron al escenario Katharina y Eva Wagner para solidarizarse con ellos en
un abrazo. Con gestos de este calado esta pareja tiene cuerda para rato. |
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