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ABC.es, 25/07/2010 |
EFE |
Wagner: Lohengrin, Bayreuth, 25. Juli 2010
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Bayreuth abucheó a Neuenfels con su "Lohengrin" entre
ratas de colorines
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Gemma Casadevall Bayreuth (Alemania), 25 jul (EFE).- El Festival de
Opera Richard Wagner de Baureuth se abrió con abucheos para Hans Neuenfels y
su "Lohengrin", una escenografía que convierte al Caballero del Cisne en un
cazador de ratas de laboratorio, transmutadas en diferentes formas y
colores.
Neuenfels se revalidó como director irreverente en su debut en el templo
wagneriano, mientras otros dos neófitos en ese festival, Jonas Kaufmann y
Annette Dasch, eran aclamados como dos impecables Lohengrin y Elsa, con
sobradas dosis de juventud y voz.
El coro de ratas de colorines -negras, blancas y rosa-, en diseño de
Reinhard von der Thanen, fue acogido con sonrisas por un sector del público
y visible malhumor por el resto, que se transformó finalmente en atronador
abucheo para el director.
En su afán trasgresor, Neuenfels va de ocurrencia en ocurrencia con su
peculiar coro, en formato de perfecto roedor con lamparillas rojas a modo de
ojos; en smoking los ratones o en coloridos trajes de fiesta sus novias, las
ratas. Acosados por auxiliares de laboratorio dispuestos a experimentar con
ellos o como séquito de boda.
Los disfraces son geniales, la mímica funciona y ni los más reacios al juego
podían esconder, en algún momento, cierta ternura por los animalitos.
Pero aunque el ratón se vista de smoking y la rata de seda, roedores se
quedan. Y a Bayreuth se va, preferiblemente, a vibrar por Wagner y las
pasiones que crucifican a sus héroes.
En medio de tanta ocurrencia, costaba concentrarse en el tormentos de la
poderosa Elsa, interpretada por Dasch -una lección de dominio, con 34 años y
debutando ante un público exigente- y el Lohengrin de Kaufmann -el segundo
acierto del estreno-.
Neuenfels había advertido que acudía a Bayreuth para romper esquemas,
mostrar individuos y no la quintaesencia del nacionalismo alemán atribuida a
Wagner. Pero de eso a mostrar a cisnes desplumados como pollos en el mercado
o algún que otro engendro final -que no se debe revelar- hay un trecho, al
menos en Bayreuth.
Triunfaron sus solistas y también el coro, por calidad interpretativa, pero
ni Neuenfels ni Andris Nelsons -a la batuta, otro debutante- lograron
convencer.
Bayreuth abrió con aire de pataleta programada, puesto que lo contrario
habría sido decepcionar a quienes esperan justamente eso de Neuenfels.
Se trataba de la primera temporada con las hermanas Katharina y Eva
Wagner-Pasquier, ya camino a la emancipación de la sombra del patriarca
Wolfgang Wagner, nieto del compositor y director del festival durante más de
medio siglo, fallecido en marzo a los 90 años.
Las dos hijas del patriarca habían asumido la dirección, de facto, en la
temporada anterior, pero se consideró una especie de transición a la espera
del auténtico cambio generacional.
La expectación por el debut de Neuenfels era grande, aunque cualquier
inauguración de temporada en Bayreuth, el único gran festival del mundo
volcado exclusivamente en el culto a Wagner, tiene de por sí rango de
acontecimiento, incluso sin estrenos.
La apertura congregó sobre la Verde Colina de la ciudad bávara a la plana
mayor de la política alemana, con la canciller, Angela Merkel, a la cabeza y
hasta seis de sus ministros, entre ellos el de Defensa, Karl-Theodor zu
Guttenberg, aristócrata bávaro, y el de Exteriores, Guido Westerwelle.
Allí estuvieron asimismo según el ritual, la cúpula de la política local,
como el primer ministro de Baviera, Horst Seehofer.
Como todos los años, centenares de ciudadanos se agolparon junto a las
vallas ante el teatro fundado por Richard Wagner, a la espera de ver pasar a
los famosos, encaramados algunos en escaleras portátiles y con el ambiente
festivo propio de Bayreuth.
La obra de Neuenfels será el único estreno en esta temporada de Bayreuth,
cuyo programa completarán las reposiciones del "Anillo", de Christian
Thieleman y Tankred Dorst; el "Parsifal", de Danielle Gatti y Stefan
Herheim; y "Los maestros cantores de Nuremberg", dirigido por la propia
Katharina Wagner, directora del festival, con Sebastian Weigle a la batuta.
EFE |
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