Julio
30, 2010. Siguiendo con la tradición de los grandes cantantes alemanes que
interpretan lieder, el tenor Jonas Kaufmann dio un recital con canciones de
Schumann y Mahler para concluir con el ciclo de los recitales del Festival
de Ópera de Múnich. Kaufmann es el consentido del público muniqués, y se lo
demostraron con una ovación estruendosa al final de concierto, que él
agradeció cantando cuatro encores. El pianista fue el gran acompañante de
lieder Helmut Deutsch, quien se lució al interpretar cada una de las
canciones, “cantando” con el piano también y fusionándose excelentemente con
las intenciones musicales y los matices de Kaufmann.
Como dijeron en
uno de esos foros de ópera de la red, “Kaufmann es una mezcla entre la
heroicidad de timbre de Jon Vickers y la dulzura y elegancia de Fritz
Wunderlich”. Muchos puristas darán el grito en el cielo al leer esta frase
pero, después de escuchar su Liederabend en vivo y de ser testigos de cómo
canta Schumann y Mahler, podemos decir que la aseveración hecha en ese foro
es verdad. Su voz de tenor abaritonada es varonil y muestra fuerza cuando la
música se lo pide, pero también sabe matizar y hacer frases hermosas en
mezza voce o en piano.
En cada lied Kaufmann cuenta una historia, no
sólo con la voz, sino también con su cuerpo, con la expresión sutil de sus
manos y hasta con la simple mirada. Los lieder de Schumann fueron de
carácter variado, yendo desde los melancólicos “Entflieh mit mir” (Tragödie
I) y “Es fiel ein Reif” (Tragödie II) hasta aquellos de añoranza como
“Muttertraum”, “Der Soldat” o “Verretene Liebe”. Puede también darle
picardía a algunos lieder más chispeantes, como es el caso de “Der Hidalgo”,
con el cual cerró la primera parte del concierto.
Las cinco
canciones que interpretó de los Kindertotenlieder y las dos de Des Knaben
Wunderhorn de Mahler mostraron su conocimiento del estilo liederista y en
cada canción, Kaufmann puso también énfasis a la importancia de los textos
que canta. Recordemos que muchos de estos textos son obras de poetas y
escritores alemanes de gran trascendencia en el mundo de la literatura. Esto
lo sabe bien Kaufmann y he de alabar también su excelente dicción. Fue
bordando cada frase con buen gusto y dándole la intención necesaria para ser
coronado al final con una ovación ensordecedora.
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