En los últimos años, nos acostumbramos a pensar y creer que los mejores
tenores del mundo eran la trilogía Pavarotti-Carreras-Domingo.
La
verdad es que el marketing hace mucho y hasta hoy, la sola venida a Chile de
Plácido Domingo causó locura y aglomeraciones por verlo actuar.
Curiosamente, cuando los medios y la gente se preguntaba cuál de los tres
tenores es mejor, generalmente Pavarotti ganaba.
Sin embargo, en
círculos de entendidos operáticos, el que ganaba era Carreras, puesto que a
pesar de que su carrera fue corta y su voz no duró mucho, fue el más
intenso, el más perfecto en la interpretación de roles.
Pavarotti,
por su parte, aportaba con su bella voz, pero aparte de un puñado de roles
en los cuales su creación era perfecta, el resto de los que interpretaba, no
eran acabados y sólo destacaba por su bellísima voz.
Carreras en
cambio fue un actor innato, poseedor de la más bella voz al inicio de su
carrera y por falta de inteligencia y prudencia, la estropeó abordando roles
que no le correspondían.
El caso de Plácido Domingo es distinto.
Nunca tuvo una bella voz al nivel de los otros dos. Sin embargo, es el más
inteligente, el que abordó muy correctamente una infinidad de roles –y lo
sigue haciendo ahora como barítono- con una entrega muy pareja.
No
podríamos decir de Domingo que destacó especialmente en un rol, puesto que
cantó de todo y todo lo hizo bien, salvo ahora como barítono que resulta
lamentable, ya que su inteligencia no le alcanzó para retirarse en gloria y
majestad y lo vemos tratando de aferrarse a los escenarios dando un mediocre
espectáculo, lejos de lo que en su gloria logró.
En la época en que
brillaban los tres tenores, existía un cuarto tenor que no andaba en giras
ni hacía espectáculos mezclados de ópera y música popular, era Alfredo
Kraus, español, poseedor de la voz y la escuela más perfecta hasta entonces.
Su inteligencia era superior y sólo abordó roles que le permitieron cantar
en perfectas condiciones su difícil repertorio de tenor lírico hasta el dia
de su muerte en 1999.
Si juntamos a los tres tenores, probablemente
recién hagamos el peso a Kraus, muy superior a los tres por su maravillosa
escuela que le permitió cantar en perfectas condiciones durante 50 años, por
su entrega sobre los escenarios y su musicalidad a toda prueba.
Sin
embargo, si Ud. le preguntaba al público masivo por Alfredo Kraus, pues
nadie lo conocía, así es el marketing.
Si todo lo anterior lo dejó un
poco perdido, pues ahora viene lo mejor, si juntamos a los tres tenores y a
Alfredo Kraus, recién le podremos hacer el peso a la maravilla que
actualmente brilla en el mundo de la ópera, Jonas Kaufmann, un alemán flaco
y desgarbado que cuando se sube al escenario se transforma en el mejor tenor
de las últimas décadas. Su voz es obscura y tiene tintes de nuestra gloria
nacional Ramón Vinay. Sin embargo, aún no se atreve a cantar Otello, lo que
demuestra su inteligencia infinita, puesto que está dispuesto además a
cuidar su voz y no estropearla como Carreras. Curiosamente aún se mantiene
cantando roles hechos para tenores más livianos, lo que hace que su voz no
se destroce y por otro lado le agrega a sus roles esa morbidez y virilidad
poco usual que ocasiona un timbre oscuro en un rol de tenor más liviano.
Como actor es por lejos el mejor que hayamos visto en la historia de la
ópera visual. Cada rol que aborda es una nueva creación que echa por tierra
todo lo que antes habíamos visto, además de bajar del trono a nuestros
ídolos en determinados papeles.
El colmo ocurrió con la ópera Werther
de Massenet, cetro indicutido de Alfredo Kraus, quien por más de 30 años fue
el rey y re-creador del rol. Sin embargo, Kaufmann, en una función lo
destronó. Quienes pudieron ver su Werther, no pudieron dejar de soltar
algunas lágrimas.
Afortunadamente Kaufmann anda por los 40 años y le
queda cuerda para rato, su repertorio es bastante amplio y va desde roles
líricos, Mozart, Verdi y llega hasta Wagner y lo más increíble es que todo
lo ha hecho con una perfección inigualable.
Sin duda que estamos ante
el gran tenor del presente y del futuro, un verdadero re-creador del rol,
algo así como fue la Callas en su época. Ella re-creó cada nuevo rol que
abordó. Kaufmann es lo mismo, es un fenómeno poco usual, un gran artista que
trae aires nuevos a la ópera y del cual seguiremos oyendo por muchos años
más y que para desgracia de muchos, ha derribado los mitos de aquellos
grandes cantantes de los últimos 60 años que hasta ahora eran los dioses
arriba del pedestal. |