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El Mercurio, 24 DE NOVIEMBRE DE 2012 |
JUAN ANTONIO MUÑOZ H. |
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Una “Tosca” de alto voltaje
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El
público amó de inmediato la “Tosca” (1900) de Giacomo Puccini, que
proponía no sólo música distinta, sino también una heroína atractiva
y peligrosa, fuerte y débil a la vez, capaz de ser una tempestad
amatoria, de cantar (guiño al género mismo, porque Floria Tosca es
cantante lírica), de mentir y hasta de matar. Una ópera romana neta,
además, en la que cada acto se desarrolla en un sitio específico de
la capital italiana (Iglesia Sant’Andrea della Valle, Palazzo
Farnese, Castel Sant’Angelo) y donde las pasiones políticas y
eróticas están sublevadas, con tres protagonistas enormes,
sobrepasados por sus anhelos de libertad (Cavaradossi), de amor
(Tosca) y de lujuria (Scarpia).
Esta nueva versión en DVD,
tomada en vivo del Covent Garden londinense en 2011, es un plato que
nadie debería dejar de probar: el cast es de lujo, la puesta (de
Jonathan Kent) es lo que uno espera (Roma, 1800) y la dirección
musical de Antonio Pappano permite atender detalles orquestales que
muchas veces pasan inadvertidos.
La soprano Angela Gheorgiu no
tiene una voz para Tosca, pero sale más que airosa del empeño. Da
carácter a su suave forma de emisión vocal, consigue colorear su
material en los momentos de mayor dramatismo, resuelve con distinción
“Vissi d’arte” y la química con Cavaradossi es evidente.
Bryn
Terfel acierta como Scarpia, si bien su barítono es más claro que lo
justo para el rol. Terfel es un muy buen actor y —aunque
caracterizado como alguno de los malos de “Piratas del Caribe”— es
notable lo que consigue con esta horrenda creatura de Puccini que se
dedica a encarcelar, torturar y matar, aparte de violar mujeres.
Atención con el modo como se transforma cuando olvida su imagen
pública al pensar en Tosca en la iglesia.
Si Floria Tosca
tiene aquí el rol titular y Scarpia es un personaje enorme, el
protagonista melódico de la ópera es Mario Cavaradossi, a cargo del
tenor Jonas Kaufmann. Su “Recondita armonia”, que corrobora un fiato
interminable, es un prodigio en línea e intensidad, lo mismo que su
entrega en los dúos con Tosca y, en especial, su extraordinaria
escena de la tortura, coronada por un “Vittoria!” antológico. El
pintor revolucionario está encarnado por Kaufmann desde la
sensibilidad, la elegancia del fraseo y los matices, pero sin olvidar
el gozo y la amplitud del gran canto histórico italiano. |
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