|
|
|
|
|
Mundo Clasico, 11 de diciembre de 2015 |
Raúl González Arévalo |
|
Inesperada Tosca
|
|
Decca
lanza en blu-ray una grabación del 2009 procedente de Zurich, que ya
estaba en el mercado en formato DVD, y que por lo que respecta al
tenor es mejor opción que la posterior registrada en Londres por Emi
[leer reseña], con una Gheorghiu protagonista insuficiente y
caricaturesca en su sobreactuación, y un Terfel brutal en su retrato
de Scarpia.
Jonas Kaufmann básicamente ofrece el mismo
retrato en las dos grabaciones, confirmándose como el Cavaradossi de
nuestros días. Su Puccini es profundamente apasionado, con una óptica
equilibrada entre el amante latino al estilo de Domingo y el
revolucionario. Con un agudo más solvente -los gritos de “Vittoria!”
recuerdan, como en tantas otras ocasiones, el poderío de un Corelli-
y una maestría técnica que le permite matizar a placer, con unos
pianissimi y unos diminuendi de manual y una estupenda paleta de
colores. En este sentido, es capaz de reducir su opción heroica
frente a la lírica a una mera cuestión de gustos. Enorme en “E
lucevan le stelle”. Para quitarse el sombrero.
A su lado una
desconocida (discográficamente) Emily Magee se presentaba a lo grande
como Floria Tosca con un instrumento estupendo, pero sobre todo como
estupenda actriz, que saca partido al juego del teatro dentro del
teatro, potenciando la diferencia entre la actriz y la mujer con una
variedad de acentos sustentada por una dicción excelente que le
permite retratar un personaje inesperado, desde luego más logrado que
otros nombres más conocidos.
Frente a los dos anteriores el
Scarpia de Thomas Hampson es el menos adecuado vocalmente.
Probablemente sea el barón más “claro” de toda la discografía: el
color de su instrumento ha sido un escollo toda su carrera, salvo
para personajes muy concretos como el Rodrigo verdiano o el Hamlet de
Thomas. Esta ocasión no es menos. Además, los años han acentuado
cierta tendencia nasal en la emisión, no siempre agradable. Y nunca
ha sido un intérprete caracterizado por la fuerza de sus retratos. Si
algunos personajes como Macbeth lo admiten más fácilmente, también
gracias a una tradición interpretativa concreta, otros como este
Scarpia se resienten más. De modo que no hay que esperar belleza
vocal y hay que apreciar la inteligencia del intérprete, que con un
fraseo extraordinario retrata un malvado de crueldad más refinada que
evidente.
La dirección de Paolo Carignani presta especial
atención a los detalles, valorizando la imaginación de la
orquestación pucciniana.
Queda la puesta en escena ideada por
Robert Carsen, que incide más en el lado teatral de la protagonista
femenina que en su esencia de mujer, jugando con la idea del teatro
dentro del teatro. En una sociedad en la que la apariencia cuenta
mucho, como nos recuerdan cada día las redes sociales y la
publicidad, el conflicto entre actuar la vivencia de una vida real y
vivir una vida de ficción, está de plena actualidad. Así por ejemplo,
el Te Deum es un ensayo “a la italiana”, con el coro sentado, con las
sillas dispuestas frente a un telón bajado. En la misma línea, el
segundo acto transcurre entre bastidores y 'Vissi d’arte' es más que
nunca una actuación teatral. El tercer acto constituye la
representación en sí, en la que realidad y ficción se funden. Podrá
gustar más o menos, como todo, pero no se le puede negar una
coherencia de planteamientos que tantas veces se echa de menos en
otras propuestas vacías de contenido.
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|