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Miami Clasica/el Nuevo Herald, 02/09/2020 |
Sebastian Spreng |
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JONAS KAUFMANN, EN SERENA INTIMIDAD
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No
sólo es el máximo tenor de esta generación sino uno de los artistas mas
completos que han pisado los escenarios en las últimas décadas. Como
actor, Jonas Kaufmann se equipara al cantante, lo que es mucho decir,
paseándose por un repertorio amplísimo que abarca desde Wagner y Verdi
hasta opereta e incluso canzonetta napolitana. Como no podía ser de otra
manera el Lied (canción alemana) lo halla en su elemento, ya demostrado
en aquel temprano, espléndido álbum de canciones de Richard Strauss (que
dicho sea de paso odiaba el registro tenor) y confirmado con La bella
molinera y El viaje de invierno, los dos ciclos cumbres de Schubert, así
como también en recital. Kaufmann es tanto Liederista de raza como
cantante de ópera que intrépido como ninguno se atreve a las Canciones
de Mathilde Wesendonck de Wagner, La canción de la tierra de Mahler en
solitario cantando ambos papeles y hasta con las Cuatro últimas
canciones de R. Strauss con variables cuando no polémicos resultados.
Después del registro del Otello verdiano, el tenor bávaro regresa
con un recital en las antípodas, grabado en plena pandemia como para
disipar el aire enrarecido, uno íntimo conformado por veintisiete Lieder
donde propone una sucesión de miniaturas líricas que reflejan su
elección exquisita. Obvios favoritos personales, es un programa
apetitoso donde el cantante se transforma, mas que nunca, en un amigo
narrador de historias; quizás un descanso en el camino y posiblemente,
un punto de inflexión. Desde todo punto de vista, el emprendimiento
semeja a un artista queriendo compartir sus preferencias con su público,
loable iniciativa porque su popularidad motivará al neófito a explorar y
descubrir las delicias de la canción de cámara, mas allá del aria de
turno o el sempiterno Nessun Dorma.
Con todo a favor,
paradojicamente Kaufmann suena vocalmente tentativo en algunas y en
otras la voz suena opaca, granulada, sin el lustre característico que
emerge sólo por momentos con el brillo acostumbrados. Mas allá de estos
reparos, interpretativamente se sumerge en el universo liederístico con
la familiaridad y consustanciación esperada sin contar con la dicción
perfecta y espontaneidad que le caracterizan. Si algún aspecto
curiosamente desparejo, no deja de ser un valioso aporte a su
discografía que se enriquece cada año.
La menos conocida de este
grupo de canciones románticas de amor y abandono, titulando el álbum
Selige Stunde (Hora dichosa) de Alexander Zemlinsky, es uno de los mas
logrados de un compacto donde Kaufmann literalmente “susurra”, cada Lied
como una confidencia cuando no confesión. Si Adelaide de Beethoven no lo
halla en absoluta plenitud, Verschwiegene Liebe (Amor callado) de Hugo
Wolf y el “Chopinesco” In mir klingt ein Lied (perpetrado sobre el
Estudio Op 10/3) logran su cometido asi como un impecable Allerseelen de
Strauss. En el popular Annchen von Tharau tampoco borra la memoria del
impagable Fritz Wunderlich pero remonta alto con el breve, delicioso Da
unten im Tale de las Canciones Populares Alemanas de Brahms. Las
versiones en traducción al alemán de clásicos como Te amo de Grieg, Sólo
un corazón solitario de Tchaicovsky y Canciones que me enseñó mi madre
de Dvorak son vertidas con la requerida convicción. Otras menos
frecuentadas como Quieto como la noche de Carl Bohm (1844-1920) resultan
buenas inclusiones al programa que se inicia e intercala varias de
Schubert – una casi rutinaria Trucha y un notable Der Jungling an der
Quelle – y un excelente Mondnacht del Liederkreis de Schumann. Las
últimas son en sucesión cuatro bellas despedidas cercanas a su
sensibilidad comenzando por la tradicional canción de cuna de Brahms, un
inspirado Verborgenheit de Hugo Wolf, la paradigmática Canción del
caminante nocturno de Schubert donde Kaufmann conmueve aportando un aire
tristanesco y para el final Me he apartado del mundo, incomparable
Mahler de la Rückert Lieder que el tenor hace suyo con desarmante
honestidad.
Con el invalorable concurso de su acompañante
habitual, el ilustre Helmut Deutsch al piano, uno de los grandes
cantantes del momento comparte sus canciones favoritas, Lieder que a
partir de hoy también lo serán de quienes deseen conocerlas, lo han sido
siempre de los adictos a este género tan íntimo como universal, tierra
de colosos del pasado cercano como Fischer Dieskau, Schwarzkopf, Ludwig,
Baker y Hotter. |
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