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Diario de Sevilla, 20.12.2008
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Pablo J. Vayón |
Decca publica en DVD la producción de 'Carmen' que
Francesca Zambello preparó para el Covent Garden en 2006
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Carmen en su laberinto
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Para
su temporada 2006-07, el Covent Garden de Londres decidió presentar una
nueva producción de Carmen que viniera a sustituir a la antigua de Nuria
Espert (aquella que inaugurara la temporada lírica de la Expo'92 de
Sevilla), para lo cual los responsables del teatro contaron con otra mujer,
Francesca Zambello, y buscaron como protagonistas a dos emergentes estrellas
del canto, la soprano italiana (con pasado de mezzo) Anna Caterina Antonacci
y el tenor alemán Jonas Kaufmann, que debutaban en sus respectivos
papeles.
No resulta fácil acertar con el tono escénico que requiere hoy la obra
maestra de Bizet, que arrastra desde siempre una pesada carga de símbolos y
tópicos. Si uno trata de eludirlos todos (y presenta por ejemplo a los
protagonistas sobre relucientes motocicletas, como hiciera Bieito), puede
caer con facilidad en la impertinencia o el ridículo; si opta por dejarse
llevar por ellos, es posible que la obra derive hacia la postal turística o
el vulgar kitsch.
Zambello ha querido tomarse cierta distancia con el empleo de una
escenografía minimalista, pero luego la ha llenado de todos los tópicos de
la iconografía sevillana que se le han puesto a mano: un pobre naranjo
solitario aparece en el primer acto (aunque esto sí es muy de nuestro
tiempo, a decir verdad), el inevitable cuadro flamenco abre el segundo,
todas las cigarreras se abren de piernas con desarmante naturalidad, los
dragones son guardias civiles, Escamillo irrumpe a lomos de un caballo
(desde el que canta incluso la primera parte de su aria), un pollino figura
en el equipo de los contrabandistas, las banderillas llevan los colores de
la bandera de Andalucía (¡en el siglo XIX!, pues el muy vistoso vestuario es
de época) y hasta un remedo de paso de palio surge por una esquina en una
tarde de toros... Si a eso se une una dirección de actores que, salvo en la
espléndida escena final, resulta más bien errática y corta de sutilezas, los
resultados globales son poco estimulantes.
Sin embargo, musicalmente Pappano hace un trabajo extraordinario, con tempi
siempre adecuados, fraseo elegante, suntuosidad tímbrica y gran cantidad de
matices, puestos al servicio del canto. Antonacci da sin duda una sensual y
seductora imagen de Carmen, pero su actuación se va diluyendo, y tras un
primer acto más que notable (soberbia Habanera y más que brillantes
Seguidillas) cae en una rutina de la que sólo la saca la imponente escena
final. En ella se luce también un Jonas Kaufmann de voz ancha y caudal
generoso, pero que sabe recoger con lirismo en su aria de la flor, en
especial en un final fraseado con absoluta delectación y buen gusto.
Rotundo aunque algo monolítico en lo expresivo el Escamillo de Ildebrando
D'Arcangelo e irrelevante y manida la imagen cursi que de Micaela da Norah
Amsellem. En cambio, los papeles menores están servidos maravillosamente por
Elena Xanthoudakis, Viktoria Vizin, Jean-Sébastien Bou y Jean-Paul
Fouchécourt. ¡Ay, Carmen! |
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